miércoles, 24 de julio de 2013

¿POR QUÉ FINGIMOS EN LA CAMA?

A veces es el temor a defraudar, a no conseguir el placer; otras es el miedo a que la pareja se sienta mal, menos potente, poco experta, y entonces una mujer puede actuar como la mejor actriz.

’He llegado a fingir en la cama’ ’Tengo 38 años, llevo cuatro años con mi actual pareja y me siento emocionalmente muy unida a él. Mi anterior relación duró 10 años y fue sexualmente muy enriquecedora, pero también muy tormentosa. Después de la ruptura tardé unos años en conocer a mi actual pareja. Con él he conseguido la estabilidad personal, aunque nuestras relaciones dejan bastante que desear, hasta el punto de que he llegado a fingir el orgasmo. Me culpo a mí misma por ello, pero siento mucho temor de abordar el tema directamente con él.’
El primer paso para cambiar algo es admitir lo que nos pasa, y eso es lo que estás haciendo. Te sientes mal cuando fabulas e interpretas, lo que te aleja de vivir la sensualidad en el presente. Has tenido una relación de pareja en la que existía un sufrimiento emocional, sin embargo, tu respuesta sexual te hacia reaccionar y vivir buenos momentos. Creo que debes enfrentarte a esa culpabilidad malsana.
A veces, el sexo y el amor parecen ir por carreteras distintas. Con seguridad, en aquel momento de tu vida querías a ese hombre y te agarrabas al placer compartido. Ahora tienes una relación de pareja en la que te sientes querida y valorada. Debes aparcar ese miedo a la felicidad, a que todo sea demasiado bueno, y dejarte llevar. Tienes derecho al placer, a sentirlo, a estar con la persona amada sin que algo vaya mal.
Para experimentar el placer debemos recuperar la sensibilidad de todo nuestro cuerpo. En ocasiones, la tensión se manifiesta en forma de rigidez, el cuerpo se bloquea y se prepara para no sentir. Y lo peor es que no le hacemos caso. Los pensamientos nos llevan de un lado a otro y nos apartan del momento.
Sin embargo, para experimentar placer, tenemos que dejar de controlarlo todo con el objetivo de que el éxtasis llene nuestro cuerpo. En la respuesta orgásmica, al excitarnos nos ponemos en contacto con nuestras sensaciones a través de las caricias, los besos y los juegos previos. Y, más tarde, es como si el cuerpo empezara a responder por su cuenta, con autonomía. La excitación sexual se escapa a nuestro control y las sensaciones placenteras se liberan de forma natural.

¿Cuáles son sus posibles causas?
Cuando fingimos, no es porque tengamos más cualidades interpretativas. A veces es el temor a defraudar, a no conseguir el placer; otras es el miedo a que la pareja se sienta mal, menos potente, poco experta, y entonces se actúa como la mejor actriz. Otras veces son las eternas prisas a que todo se acabe cuanto antes, para darnos media vuelta en la cama y tranquilizar al otro.
Los conflictos cotidianos hacen que el deseo se aleje, en vez de enfrentarnos a lo que sentimos. Se utiliza el sexo como arma arrojadiza y se llega a ese ’no siento nada’. Hacer siempre lo mismo, de la misma manera, saber cómo empezamos, lo que hacemos y cómo acabamos nos hace interpretar el sexo como algo aburrido. La rutina puede llegar a matar el deseo de sentir. A veces se piensa que las otras mujeres son multiorgásmicas y se finge para no ser diferente.
Lo que te puede ayudar
Comunicarse y hablar no significa interrogar, pero sí comentar lo que nos gusta, explicar que las caricias durante el coito aceleran el placer, que a veces las sorpresas nos encantan y tener la posibilidad de estar activos o pasivos. No tener orgasmos no es el fin del mundo, ni significa que el otro sea menos capaz, ni que tengamos que hacer muchos esfuerzos hasta experimentar placer.
No tiene que ser un problema. Hace unos años se recomendaba fingir para conseguir el placer; era como interpretar hasta conseguirlo y, al final, podría hacerse realidad. Pero esto ha llevado a no saber lo que se siente, a establecer el engaño como moneda de cambio y, lo peor, mantener al otro mal informado. ¿Cómo va a intentar cambiar si realmente piensa que estás satisfecha?
Muchos hombres se quedan ’noqueados’ cuando su pareja les informa de que nunca ha sentido nada. No sólo queda maltrecha su autoestima, sino que la confianza en las mujeres se rompe para siempre.
El placer de los demás no tiene por qué ser superior al nuestro. Y, ni mucho menos, las respuestas que vemos en las películas son reales. Algunas mujeres comentan que no saben si han tenido placer, porque, a lo que sienten, nunca le dan la nota más alta.
María Jesús Mañes