jueves, 4 de julio de 2013

DECIR TE QUIERO ES NADA

La caricatura y el simulacro de las palabras son capaces de sostener la invención del pensamiento, ese referente oblicuo que es capaz de navegar haciendo caso omiso de la realidad; aquello que acontece en la más insignificante de las acciones que se desarrollan a cada instante, y que tan rápidamente olvidamos. Olvidar para creer en esos dos términos, en esa expresión que suena con orquesta en la cueva del oído, repitiéndose como el eco que adormece la reflexión, la preocupación y el temor.

Decir te quiero es decir nada. En cuanto la boca ha callado, el viento irrumpe como una ráfaga para usurparnos lo que ya no nos pertenece. El sonido de nuestro timbre ha callado, y podemos repetir cien veces lo mismo, y en otras tantas ocasiones llegará el silencio para manifestar su elegante prestancia, ese silencio que en tan poca estima tenemos, y que no escuchamos.
Y decir nada puede ser decirlo todo. Una colisión que incluso me puede hacer sonreir. Para expresar lo que se puede llegar a sentir basta con observar la niebla que se disipa entre las miradas. Y yo, otra vez, callo, para manifestar la paradoja de ese momento.

Decir te quiero es decir nada. Porque muchas veces hasta te obligan; porque el sonido de la voz no es el mejor acompañante del sentido del tacto; porque has ido por letras y lo que verdaderamente importa es la química; porque estudiaste todas las ciencias y se te olvidó mandar aquella carta; porque no me digas nada y mete la mano en el bolsillo, cerca de donde tú tan bien sabes; porque este año me aficioné a la radio y ya no quiero escuchar más torpezas; porque si no sientes mis labios para qué purificas tus oídos; porque puedo decirte te quiero y salir corriendo; porque no quiero que me digas nada; porque las fuerzas me vuelven a fallar; ... porque la vida me resulta tan extraña, y a veces tan ajena, que ya nada puedo decir. Porque en este instante te quiero... y mañana no lo sé, cada día soy otro... y todos los días no estoy para recitarte los mismos versos.

Decir te quiero es, la mayor de las veces, condecorar a alguien por el trabajo realizado (acuérdate lo que te costó que una noche decidiera bailar contigo). Y es más gratificante no estar nunca a la espera de una recompensa. No estar nunca a la espera de nada. Puedes hacer el amor, pero no pidas que te digan “te quiero”. No pidas nada. Decide tan sólo quiénes merecen la pena para que te dediquen su tiempo.

Es bueno hablar, pero sobre todo es mejor callar. En nuestras vidas, casi todos los acontecimientos son irreversibles. No ocurre así con las palabras, que pueden serlo todo, y nada. Y me lo ha recordado un amigo que estaba muy bien, que estaba sin hacer nada, y por no hacer, no hacía ni nada.

... Y por no importunar, ni tan siquiera le he dicho que le quería. Y por evitar interferencia alguna, ni siquiera le he dicho nada. Hoy no. Por favor. Porque hoy, en ese preciso instante, para mí, decir te quiero, era decir nada.

No lo he podido evitar, y le he sonreído.

escargot@euskalnet.net