¿El deseo se apagó? Con imaginación,
ganas y picardía, la llama puede volver a arder, incluso con la misma
pareja.
Antes lo hacíamos a todas horas, te lamentas. Ahora, hacerlo lo hacéis, pero se ha vuelto todo tan previsible... Por un lado te gustaría tener más sexo, pero por otro no te apetece porque ya sabes cómo termina la película. ¡Qué lío! Sabes que la culpa es de la monotonía. Echas de menos aquella época en la que cada uno vivía en su casa y pasabas horas acicalándote para verle (en lugar de chocarte con él en el baño mientras intentas maquillarte para salir a cenar, como te pasa ahora), y hasta te has descubierto babeando por el vampiro Edward al ver el nuevo tráiler de Crepúsculo.
Antes lo hacíamos a todas horas, te lamentas. Ahora, hacerlo lo hacéis, pero se ha vuelto todo tan previsible... Por un lado te gustaría tener más sexo, pero por otro no te apetece porque ya sabes cómo termina la película. ¡Qué lío! Sabes que la culpa es de la monotonía. Echas de menos aquella época en la que cada uno vivía en su casa y pasabas horas acicalándote para verle (en lugar de chocarte con él en el baño mientras intentas maquillarte para salir a cenar, como te pasa ahora), y hasta te has descubierto babeando por el vampiro Edward al ver el nuevo tráiler de Crepúsculo.
Para Antoni Bolinches, psicólogo y autor del libro "Sexo sabio" (Debolsillo), monotonía quiere decir falta de estímulo y novedad, cuando lo que requiere el sexo es precisamente lo contrario. Pero, ojo: estabilidad no significa necesariamente monotonía.
Esta última se instala cuando una pareja que lleva tiempo junta hace siempre las mismas cosas, el mismo día, a la misma hora y en el mismo sitio. Si este virus afecta al deseo sexual, el experto sugiere una medida de choque: liberarse del hoy toca y dedicarse a jugar al parchís, ver la televisión o ir a pasear al perro. Cualquier cosa antes que asumir el sexo como una tarea que se afronta sin deseo ni ilusión.
Adiós a las costumbres
No suena muy excitante, pero es mejor que hacer por obligación o costumbre algo que debería hacerse por placer y afecto. Para recuperar las ganas, Bolinches sugiere dos claves: imaginación y moderación (e incluso un poquito de frustración). Imaginación para darle color y sabor a la relación; y moderación para despertar de nuevo el deseo, que es, al fin y al cabo, el motor de una vida sexual satisfactoria. Pero, ¿de verdad es posible reavivar la chispa? Sí, si apuestas por recobrar las ganas de pasarlo bien y realzar la sensualidad.
No se trata de hacer realidad, de repente, todas vuestras fantasías. Hay muchos juegos y detalles que podéis incorporar a la vida cotidiana para volverla más erótica. Lo has leído mil veces antes, pero nunca encontraste el momento de ponerlo en práctica: disfrutar de las caricias, descubrir en el cuerpo del otro un mapa de zonas erógenas inexploradas, una música suave a la luz de las velas, un perfume, el placer de un baño o de una piel bien cuidada, la textura de una cena deliciosa acompañada por una copa de vino... ¿Ves cómo ya se te va despertando la imaginación?
No olvides la importancia de ser implacable con los enemigos de la seducción. Por ejemplo, que no sea siempre el mismo quien inicia el juego sexual, porque eso lleva a una relación asimétrica. ¿Y qué pasa con la frecuencia? Bolinches recomienda olvidarse de llevar la cuenta. La frecuencia debe marcarla el propio deseo en función del grado de enamoramiento y nivel de energía sexual. En otras palabras: no atrofiar el instinto.... pero sin dejar a un lado la delicadeza. Y es que otro punto muy importante consiste en enterrar reproches y sarcasmos y cultivar el lenguaje asertivo y hasta la más fina diplomacia.
Más vale un me gusta más suave que un para, que me haces daño que arruina la libido, la comunicación y las ganas. Antes de ponerte manos a la obra, recuerda los cuatro principios que, según el experto, garantizan una vida sexual feliz: haz todo lo que quieras, no hagas nada que no quieras, hazlo siempre desde el deseo previo y hazlo de acuerdo con tu escala de valores sexuales (o sea, aquello que te gusta y con lo que te sientes de verdad cómoda).
Esta última se instala cuando una pareja que lleva tiempo junta hace siempre las mismas cosas, el mismo día, a la misma hora y en el mismo sitio. Si este virus afecta al deseo sexual, el experto sugiere una medida de choque: liberarse del hoy toca y dedicarse a jugar al parchís, ver la televisión o ir a pasear al perro. Cualquier cosa antes que asumir el sexo como una tarea que se afronta sin deseo ni ilusión.
Adiós a las costumbres
No suena muy excitante, pero es mejor que hacer por obligación o costumbre algo que debería hacerse por placer y afecto. Para recuperar las ganas, Bolinches sugiere dos claves: imaginación y moderación (e incluso un poquito de frustración). Imaginación para darle color y sabor a la relación; y moderación para despertar de nuevo el deseo, que es, al fin y al cabo, el motor de una vida sexual satisfactoria. Pero, ¿de verdad es posible reavivar la chispa? Sí, si apuestas por recobrar las ganas de pasarlo bien y realzar la sensualidad.
No se trata de hacer realidad, de repente, todas vuestras fantasías. Hay muchos juegos y detalles que podéis incorporar a la vida cotidiana para volverla más erótica. Lo has leído mil veces antes, pero nunca encontraste el momento de ponerlo en práctica: disfrutar de las caricias, descubrir en el cuerpo del otro un mapa de zonas erógenas inexploradas, una música suave a la luz de las velas, un perfume, el placer de un baño o de una piel bien cuidada, la textura de una cena deliciosa acompañada por una copa de vino... ¿Ves cómo ya se te va despertando la imaginación?
No olvides la importancia de ser implacable con los enemigos de la seducción. Por ejemplo, que no sea siempre el mismo quien inicia el juego sexual, porque eso lleva a una relación asimétrica. ¿Y qué pasa con la frecuencia? Bolinches recomienda olvidarse de llevar la cuenta. La frecuencia debe marcarla el propio deseo en función del grado de enamoramiento y nivel de energía sexual. En otras palabras: no atrofiar el instinto.... pero sin dejar a un lado la delicadeza. Y es que otro punto muy importante consiste en enterrar reproches y sarcasmos y cultivar el lenguaje asertivo y hasta la más fina diplomacia.
Más vale un me gusta más suave que un para, que me haces daño que arruina la libido, la comunicación y las ganas. Antes de ponerte manos a la obra, recuerda los cuatro principios que, según el experto, garantizan una vida sexual feliz: haz todo lo que quieras, no hagas nada que no quieras, hazlo siempre desde el deseo previo y hazlo de acuerdo con tu escala de valores sexuales (o sea, aquello que te gusta y con lo que te sientes de verdad cómoda).
De cero a diez
0. El sexo se ha vuelto aburridísimo, pero mejor no
hablar del tema. ¿Para qué? Lleváis un montón de tiempo juntos y,
francamente, hay cosas más importantes en vuestra relación. Te convences
a ti misma de que es mejor no arriesgarte a tocar cuestiones tensas,
peliagudas ni frívolas y te olvidas del tema.
1. Cuando tus amigas recién emparejadas te hacen
confidencias sexuales, te mueres de envidia. Pero sigues sin estar
preparada, así que aprovechas una tarde que estás sola en casa para ver
la escena del falso orgasmo de Cuando Harry encontró a Sally y te
dedicas a practicar, no sea que un día él te reproche tu falta de
entusiasmo.
2. Cansada de fingimientos y frustraciones, la
próxima vez que él entra en materia le sueltas un gélido no me apetece.
Sin excusas ni mentiras. Añades que estás cansada de hacer siempre lo
mismo, a la misma hora y en el mismo sitio. Ya lo has soltado. Pero él
se siente rechazado, criticado y cuestionado, y la pasión se enfría. Vas
a tener que aprender modales.
3. Te dedicas a esos placeres sustitutorios...
Arrasas en tu tienda favorita, te compras todo capricho que se te ponga
por delante, comes lo que te apetece y te explayas a gusto con tu mejor
amiga. Está bien como desahogo, pero sabes que es temporal. Mejor coger
el toro por los cuernos.
4. Unos días después, le explicas delicadamente que estás harta de hacerlo por rutina y
hasta por obligación, y que quieres recuperar la pasión y la
espontaneidad de la que hacíais gala no hace tanto. Por suerte, él está
de acuerdo con tu apreciación. Para empezar, concedeos una tregua
sexual. Recuerda que hasta el mayor manjar se aborrece si es la única
opción del menú.
5. Descubres que liberarte de la obligación de hacerlo ha logrado,
paradójicamente, que vuelvas a tener ganas. Es hora de divertirse.
Aprovecha las rebajas para renovar tu lencería y atrévete con todo eso
que pensaste que jamás te pondrías: corsés, ligueros, seda. Te verá tan
sexy que tu moral estará por las nubes. Más aún: ¿te atreves a
sorprenderle con esa ropa interior tan ordinaria pero tan excitante del
chino de la esquina?
6. Estás encantada porque os habéis redescubierto como pareja.
A partir de ahora, reservad un tiempo para dejar de ser papá y mamá, y
olvida eso tan deprimente de la confianza da asco. En otras palabras: no
te depiles delante de él, recuérdale que está más guapo cuando se
arregla y, si es posible, utilizad baños separados. Un poquito de
misterio le dará vidilla a la relación, aunque sea imposible volver al
noviazgo.
7. La otra clave: fuera rutina. Cambiad de escenario
erótico, dejad de seguir siempre los mismos pasos. No tenéis por qué
probar nada transgresor ni peligroso: la idea es hacer travesuras y
disfrutar de las mariposas en el estómago.
8. Has vuelto a disfrutar, pero también es hora de
hablar sin tabúes ni vergüenzas y decir que lo que te has estado
callando. ¿Qué te gusta? ¿Qué detestas? ¿Qué haces que a él le gusta?
Ten en cuenta que el sexo debe ser una actividad lúdica.
9. A pesar de que te sientes mucho más liberada que
antes de empezar vuestro tratamiento de shock, hay algunos aspectos de
vuestra vida sexual que todavía no funcionan como deberían o son
difíciles de abordar para ambos. Nunca te habías planteado acudir a
terapia con un sexólogo pero, ya que has sido capaz de llegar hasta
aquí, le explicas a tu pareja que puede ser la mejor forma de seguir
juntos y unidos, y os lanzáis.
10. La terapia ha funcionado y habéis logrado
liberar muchos fantasmas. ¿Y ahora qué? Vuelve los ojos a Oriente. Leer
un libro sobre taoísmo o acudir a un taller de tantra juntos os dará las
claves para mantener vivo el deseo a pesar de los años, alimentándolo
con amor.
Paloma Corredor