Que levante la mano quien, alguna vez, no haya pronunciado una
mentira, por pequeña que fuera, para salvar una situación sexual
“complicada”. Sin embargo, todo en exceso es malo. Las falsas verdades
que se pronuncian en la alcoba pueden traer consecuencias fatales entre
los amantes y, a pesar de que la sinceridad es una de las piedras
angulares de la pareja, la mentira parece ser mucho más habitual de lo
que pensamos…
Un informe realizado en la Universidad de Illinois y recogido por Marisol Guisasola asegura que “muchas de las respuestas que se dan en la cama son mentiras descomunales” y que, aunque la mayoría de los ‘mentirosos’ conocían las consecuencias de sus palabras, seguían adelante “por temor a perder a su nueva pareja o una oportunidad de disfrutar del sexo”. Y lo peor de todo: ¡sus parejas casi siempre pensaban que decían la verdad!
Sin embargo, hay otras muchas mentiras de índole sexual que no son fruto de un intento de engañar a nuestro compañero de cama, sino que han venido “alimentándose” a base de convencionalismos sociales más o menos extendidos y que, sin ninguna base científica o lógica, se han tomado durante años como verdad.
A raíz de un correo electrónico que apareció en el buzón de entrada de Antonio Galindo y que mostraba, en un tono más o menos heterodoxo, los beneficios del sexo para la salud, este psicólogo y pedagogo decidió escribir su libro “Las mentiras del sexo: claves para una sexualidad sin tabúes ni culpas”, con la intención de desentrañar todos aquellos mitos y contradicciones en torno al “sexo que vivimos, el que deseamos vivir y el que viven otras personas”.
No hablamos de falsas teorías como las que se
escuchaban antaño sobre la relación directamente proporcional entre el
acné o la ceguera y la actividad sexual, sino de “mentiras” más consistentes explicadas por este coacher emocional, como las sostenidas por aquellos que aseguran que cuando amas a alguien no te gusta nadie más, que el sexo sin amor está vacío o que la causa de la insatisfacción sexual es la falta de amor.
Para Antonio Galindo, el hecho de que haya quien
siga pensando que el sexo es un excelente tratamiento de belleza, que
ayuda a quemar todas las calorías que habías acumulado en vuestra
romántica cena previa, que es más efectivo que un tranquilizante o que
alivia los dolores de cabeza no hace más que en unos casos sobredimensionar y en otros menospreciar lo que son y suponen las relaciones íntimas. Pues, para este experto, “la
sexualidad es algo estrictamente personal y si para identificar si
somos o no normales por el tipo de relaciones que mantenemos, nos dedicamos a compararnos con los demás, estaremos cayendo en una trampa mortal”.
Galindo asegura que “en sí, no hay nada correcto o incorrecto, salvo cuando somos conscientes de que podemos hacer daño” y por ello afirma que buena parte de los problemas sexuales que se esconden tras esas “mentiras” extendidas no son más que “enormes faltas de experiencia o de claridad con nosotros mismos”.
Como psicólogo ha atendido un sinfín de casos en los que “el denominador común de los problemas suele ser la mentira más que la verdad” ya que “en temas sexuales se presupone, pero siempre se juega con la ambigüedad, lo confuso… antes que con la sinceridad y la verdad”.
Concluye que “la mentira quiere decir muchas cosas […] pues las trampas y los engaños son los mejores detectores de nuestros verdaderos deseos”. Y es que, en palabras de Galindo, “el sexo es aquello que queramos que sea, y que no son los genitales sino la mente y el corazón quienes rigen nuestra sexualidad”.
Ana Calvo