Las fantasías eróticas se definen como poderosos mecanismos psíquicos en
la vivencia del sexo. Aunque existen tantas como individuos, en el
imaginario sexual masculino se repiten ciertas representaciones que
encienden y avivan su deseo
Junto con la estimulación de las zonas erógenas, las fantasías eróticas son claves en el rompecabezas de la excitación sexual. Se trata de representaciones imaginarias emanadas del inconsciente donde se dan cita anhelos, sueños, recuerdos y deseos secretos.
Según una encuesta realizada en este sentido En España recurrrirían a ellas el 71% de los hombres y el 48% de las mujeres, constatándose que en el 60% tienen como protagonista al otro miembro de la pareja.
Según una encuesta realizada en este sentido En España recurrrirían a ellas el 71% de los hombres y el 48% de las mujeres, constatándose que en el 60% tienen como protagonista al otro miembro de la pareja.
No son buenas ni malas por sí mismas, ni motivo de vergüenza, aunque a veces choquen con la conciencia o la moral. Tampoco tienen que materializarse, sino que se viven como una válvula de escape donde proyectar los secretos más íntimos.
Tan sólo si alteran la vida sexual, ya sea por su violencia o la imposibilidad de controlarlas, habrá que acudir a un médico o psicólogo.
Las fantasías eróticas pertenecen al mundo imaginario de cada individuo. Son construcciones íntimas y en parte inconscientes que se insinúan en la infancia, maduran con los años y cobran vida a partir del primer contacto con el sexo.
Las fantasías masculinas
La fantasía enciende y aviva en el comportamiento sexual masculino. En aras de su poder para escenificar sucesos, estas ensoñaciones suponen para algunos condimento indispensable de la masturbación y otros no logran la erección sin su apoyo.
Resulta imposible hacer inventario de las fantasías eróticas masculinas por ser tan numerosas y variadas como los individuos que las evocan. Además, muchas son inconscientes y otras tantas inconfesables.
No obstante, algunas se repiten, como la fantasía de la desnudez y la de la seducción total.
Las revistas sobre desnudos femeninos dan fe de la fascinación que siente el hombre por la mujer en cueros. El erotismo masculino es muy visual y el mínimo detalle anatómico dispara su imaginación.
La fantasía de la seducción total es otra imagen recurrente. El varón sueña con la satisfacción imperiosa de su deseo con una desconocida que se le rinde sin condiciones.
El morbo de lo prohibido
También aviva el imaginario erótico masculino la fantasía del harén, en la que el macho despliega su poder para saciar a varias mujeres a un tiempo.
Otro tanto ocurre con el sexo prohibido, practicado con quien no es la pareja oficial, o las relaciones de dominación, donde el hombre es dominado por una fémina autoritaria o ejerce de amo sobre una mujer sumisa.
A la lista se suman las escenas homosexuales, fuente de dudas y culpabilidad para muchos varones; la fantasía del reencuentro idílico, que escenifica el romántico encuentro con la mujer ideal; el vouyerismo, en especial en la que asiste de mirón a una relación entre dos mujeres...
Mercedes Martín Luengo