viernes, 28 de junio de 2013

OLORES QUE SEDUCEN

Aunque se considera a la vista y al tacto como los sentidos que dominan nuestro deseo, el olfato tiene un papel muy relevante en los impulsos sensuales. El acto de perfumarse tiene un destino muy erótico, y sus resultados pueden ser de lo más estimulantes en los momentos íntimos.
¿Quién no se ha embriagado alguna vez con el aroma de una prenda que conserva el olor del ser amado? ¿A qué apela la publicidad sobre perfumes sino a nuestro deseo de resultar más atractivos con la promesa de que determinada fragancia nos hará irresistibles para el otro sexo? El motivo de todo ello no es otro que el que el olor es un signo clave en el lenguaje erótico.

Diversos estudios constatan que los aromas son un potente estimulante sexual, sobre todo los olores genitales para los varones. El olor corporal, rasgo distintivo que nos permite reconocer a nuestros semejantes, tiene el poder de provocar emociones, y reaccionamos ante él con atracción o rechazo, ya que la impresión olfativa puede decidir si acercarnos o no a alguien en aras de la fragancia que desprende. La percepción del olor y las reacciones que despierta pueden ser consciente o inconsciente.

De este modo, parece que es un hecho que los cinco sentidos nos permiten conectar eróticamente con la pareja y el olor, como uno de ellos, lo hace en grado superlativo. Con el íntimo contacto que supone toda relación sexual, los efluvios del otro, ya sean corporales o artificiales, se quedan grabados a fuego en la memoria olfativa.

A partir de entonces, los amantes mantienen una intensa relación aromática. Adoran el olor de su pareja y esto los erotiza. Incluso se produce un acoplamiento de fragancias que convierte el olor del otro en el propio.

Sin embargo, se puede potenciar el poder sensual del olfato introduciendo en la relación aceites para masajes o fragancias ambientadoras con distintos perfumes como el jazmín, el almizcle, el hisopo, el pachuli, el sándalo, el pino o la rosa.
Aunque pendiente de demostración científica, se cree que los olores pueden influir en los procesos hormonales. Es el caso de la copulina, secreción vaginal que incrementa los niveles de testosterona del hombre que la huele en un 150%. Tampoco hay que pasar por alto el papel de las feromonas, sustancias que regulan el comportamiento sexual de los animales.

Dos de ellas están presentes en el sudor humano, sobre todo en el masculino. Son la androstonona y el androstenol. Este último es muy similar en su estructura química al almizcle, una fragancia que goza de larga tradición como ingrediente erótico del perfume. Además, se encuentra en el apio, reputado vegetal estimulante, y en la trufa, considerada afrodisíaca.

Científicos británicos realizaron un experimento para demostrar su poder de atracción. Para ello, impregnaron algunas sillas con androstenol y luego invitaron a entrar a varias mujeres, que de forma instintiva mostraban preferencia por sentarse en ellas.

Queda claro, por tanto, que el juego de los aromas es un integrante más de los que pueden mejarar y hacer inolvidable una relación sexual en la que no todo queda reducido a la genitalidad.
Mercedes Martín Luengo