¿Qué frecuencia de sexo es normal?, ¿Existe el punto G?, ¿Es
doloroso el sexo anal?, ¿De qué se quejan ellos con respecto a nosotras?
, ¿Es normal haber tenido algún sueño homosexual?, ¿Cómo pedir lo que
deseas y te apetece en el sexo? Las respuestas más sinceras a tus
preguntas.
¿Qué frecuencia de sexo es normal?
En la frecuencia de las relaciones sexuales, como en las prácticas sexuales entre dos personas adultas, no hay nada normal ni nada anormal. Cada persona tiene una forma propia de entender y vivir su sexualidad. Como en otras facetas de las relaciones y de la pareja, el quid de la cuestión es encontrar a alguien afín y combinar deseos, frecuencias y expectativas. En una de las películas que protagonizaron Woody Allen y Mia Farrow, el consejero matrimonial pregunta al personaje de Mia: -¿Cada cuanto hacen el amor? -¡Oh! Continuamente –contesta ella- dos o tres veces por semana. Cuando el terapeuta hace la misma pregunta al personaje de Woody, éste responde: -Casi nunca, dos o tres veces por semana. Más que hablar de frecuencia “normal”, deberíamos de hablar de una frecuencia que sea satisfactoria para los dos componentes de la pareja y siempre teniendo en cuenta que es mejor la calidad de las relaciones que la cantidad… La forma de tener una vida sexual plena es conocer al otro, mimarle y fomentar la fantasía, la imaginación y la complicidad.
¿Existe el punto G?, porque no me lo encuentro...
Después de décadas de discusiones y debates por un lado, de las mujeres que han encontrado su Punto G y gozan de él y los investigadores que creen en su existencia y, por otro, de los estudiosos que niegan que exista, un estudio médico ha corroborado la existencia del punto G, aunque no todas las mujeres lo poseen. El investigador italiano de sexología médica de la Universidad de L’Aquila, Emmanuele Jannini, fotografió, en febrero de 2008, el punto G de algunas mujeres con una ecografía vaginal transversal, una prueba ginecológica común. La ecografía detectó, en algunas mujeres que participaron en el estudio, un engrosamiento en un pequeño espacio entre la uretra y la vagina: el punto G. Jannini llegó a la conclusión de que, en el pequeño grupo que participó en esta investigación, sólo las mujeres que decían experimentar orgasmos vaginales presentaban engrosamiento en esta zona. O sea, ¡que el punto G existe y ha sido fotografiado! Pero no todas las mujeres lo poseen… En todo caso, disfrutar del punto G no tiene porque ser un reto ni una carrera, sino una búsqueda placentera y divertida. La búsqueda y goce del punto G es uno más de los objetivos a conseguir que nos intentan imponer desde nuestro entorno y desde los medios de comunicación –especializados o no en sexualidad- como lo fueron el mitificado y sobrevalorado orgasmo simultáneo o la multiorgasmia de las mujeres y, posteriormente, de los hombres. Tener una sexualidad satisfactoria significa hacer aquello que se desea sin presiones –internas o externas- y divertirse y disfrutar.
¿Es doloroso el sexo anal?
¡NOOOO! Si se hace bien, con cuidado, preparación, cariño, excitación y la adecuada lubricación –pues el ano no tiene lubricación natural-, es muy placentero, ya que esta zona tiene numerosas terminaciones nerviosas. El sexo anal no es sólo penetración con el pene; hay muchos juegos que se pueden disfrutar para explorar nuestros deseos y nuestro placer: desde estimular la entrada a la vez que se realiza otra actividad sexual como penetración vaginal o sexo oral a juegos con juguetes sexuales específicos pensados para una penetración anal progresiva y placentera pasando por la multiestimulación: es decir, estimular a la vez el clítoris, la vagina y el ano, una combinación que muchas mujeres encuentran explosiva. Se trata de explorar en pareja y respetar los deseos y límites del otro. Como he dicho, cada persona tiene su propia forma de vivir la sexualidad y no todo gusta a todo el mundo. El sexo tiene que ser diversión y complicidad, nunca hay que imponer ningún juego o práctica al otro, ni probar algo que no nos apetece en absoluto simplemente porque la otra persona lo desea.
¿;De qué se quejan ellos con respecto a nosotras?
En parejas estables, básicamente de que ellos casi tienen que rogar para tener relaciones sexuales y que las mujeres no están nunca dispuestas ni toman la iniciativa. En cuanto a las mujeres, se quejan de que ellos van directos al grano (la penetración) y que las acarician muy poco. Hombres y mujeres somos diferentes, pero, sabiéndolo, deberíamos encontrar un territorio común en el que ambos podemos aprender del otro sexo y disfrutar más. Si los hombres prestaran más atención a las mujeres y a sus necesidades de caricias, atenciones y besos, encontrarían mujeres más dispuestas y apasionadas. Si las mujeres enseñarán a los hombres a acariciar y jugar, hallarían, la mayoría de las veces, una respuesta entusiasta. Y es que… ¿a quién no le gusta que le acaricien por todas partes y le exciten? Además, si el tiempo de juegos y excitación es mayor y se erotiza todo el cuerpo, el placer es mayor y los orgasmos más intensos. En general, a los hombres, les “molestan” las mujeres pasivas que esperan que ellos lo hagan todo, pero, por otro lado, también se sabe –según los testimonios de varias mujeres, no porque ellos lo hayan contado- que una mujer “demasiado” activa y dominante, les cohíbe. Como curiosidad, a muchos hombres les molesta muchísimo que ellas se desmaquillen antes de hacer el amor.
¿Es normal haber tenido algún sueño homosexual?
Totalmente. Los sueños, mientras dormimos, y las fantasías, cuando estamos despiertos, son libres y contribuyen a hacer más placentero el sexo, ya que la imaginación es el más potente afrodisíaco. Por otro lado, la homosexualidad no es más que una opción sexual como otra cualquiera. Si la preocupación es si la persona que sueña o fantasea con relaciones homosexuales puede ser homosexual, pues seguramente no. Pero aunque fuera homosexual o bisexual o fuera heterosexual con alguna inclinación hacia el mismo sexo, ¿cuál es el problema? Los principales enemigos de una sexualidad sana, divertida y satisfactoria son los prejuicios y la represión.
¿Por qué no soy capaz de tener un orgasmo con mi pareja pero sí masturbándome?
La mayoría de mujeres son eminentemente clitorianas y, aunque la penetración les resulte placentera, no experimentan orgasmos. Probad diferentes posturas que dejen libres las manos de uno de vosotros –o de los dos- para estimular el clítoris. También puede ser que hayáis probado diferentes formas de estimulación, como el sexo oral o la masturbación, y que tampoco tengas un orgasmo. Es el momento de poner a trabajar tu mano: mastúrbate como te gusta hasta llegar al clímax de forma que él pueda ver cómo lo haces. Es una excitante clase práctica, ya que a muchos hombres les excita mucho ver como su compañera se da placer.
¿De verdad que a ellos les gusta hacernos el cunnilingus?
A la mayoría de hombres: sí. Definitivamente. Les encanta excitar a sus parejas y hacerlas gozar y ver como disfrutan y se vuelven locas de placer. Según el Informe Janus, el 53% de los hombres consideraba que el placer orgásmico de las mujeres era más importante que el propio, mientras que sólo el 34% de las mujeres anteponía el placer de sus parejas al suyo. Los datos son de 1993, actualmente los hombres están todavía más dispuestos a dar placer a sus compañeras. Saca tus propias conclusiones…
¿Cómo se hace una buena felación?
Con cariño, dedicación, imaginación y entrega. La técnica, como en cualquier otra práctica sexual, no es lo más importante, aunque algunas pequeñas “mañas” pueden ayudar a convertir la experiencia en algo inolvidable. Excítale poco a poco, sensibiliza todo su cuerpo acariciándolo –antes de la felación y durante-, acércate poco a poco a su pene, lamiendo los laterales del tronco, luego la punta, trátalo como si fuera un delicioso helado que quieras evitar que se derrita y pasa poco a poco a caricias bucales más intensas acompañadas de muchos lengüetazos y una succión firme… Pospón un poco el orgasmo excitándole y parando un momento o haciendo otro tipo de caricia. La clave de una buena felación –como de un buen cunnilingus- es que la persona que la hace también disfrute.
¿Cómo pedir lo que deseas y te apetece en el sexo?
Muchas mujeres se quejan de que los hombres no las acarician lo suficiente, de que van muy directos al grano, de que no logran establecer conexión emocional ni la suficiente intimidad, de que ellos no son nada románticos ni detallistas… La clave está en tomar la iniciativa y sorprender con un detalle, una velada especial, un cosmético o un juguete erótico, un encuentro sexual inesperado, una velada sorpresa o plantear un juego sensual... Todas estas iniciativas sirven para empezar a crear ambiente. En cuanto al sexo en sí, un gemido o una serie de gemidos le harán saber que está en el buen camino, mientras que el silencio le comunicará que no debería haber cambiado el tipo de estimulación o la velocidad o lo que estuviera haciendo antes del silencio. La principal preocupación de las mujeres –y de los hombres- a la hora de pedir lo que desean es no herir al otro. Frases como: “así no” pueden ser muy descorazonadoras y negativas, pero se pueden sustituir por otras más alentadoras y positivas como: “Me gusta mucho esto, pero lo que estabas haciendo antes era genial” o “mmm, vuélvelo a hacer así”, “me encantaría que ahora me tocaras los pechos (o lo que sea que desees en ese momento), o “mmm, estoy muy excitada, me pones a cien, ahora hazlo más suave, sí, así”. Por otro lado, no está de más mantener conversaciones sobre sexo, en plan juego, dentro y fuera del lecho y, si es necesario, conversaciones más formales y serias en un momento tranquilo en el que estemos bien lejos de la cama, que debería ser un lugar de gozo y de relajación no de problemas ni trifulcas. No se tienen que usar frases que suenen como un reproche, sino expresiones que planteen un juego, comuniquen un reto e inviten a participar y pasarlo bien.
¿Cómo introducir juegos y juguetes en vuestras relaciones?
Los juguetes sexuales no son la panacea que soluciona la rutina o cualquier otro problema o falta de entendimiento sexual, pero son unos buenos aliados para introducir variedad y nuevos estímulos en la vida íntima. Por muy reacios que sean un hombre o una mujer a usar este tipo de elementos, seguro que se les puede tentar con juguetes que inviten a la participación como un estiloso masajeador, una anilla para el pene supervibradora, un cosmético erótico –como un aceite afrodisíaco comestible- con el que excitar más y mejor sus zonas más sensibles, un vibrador que haga vibrar la mano (Tantrabeam)… Los juguetes deben presentarse como una sorpresa, algo especial para una velada especial, y siempre de acuerdo a los gustos de la persona con la que compartimos cama. Puede ser muy divertido idear un juego personal o una fantasía para desarrollar con el objeto. La maleta roja
En la frecuencia de las relaciones sexuales, como en las prácticas sexuales entre dos personas adultas, no hay nada normal ni nada anormal. Cada persona tiene una forma propia de entender y vivir su sexualidad. Como en otras facetas de las relaciones y de la pareja, el quid de la cuestión es encontrar a alguien afín y combinar deseos, frecuencias y expectativas. En una de las películas que protagonizaron Woody Allen y Mia Farrow, el consejero matrimonial pregunta al personaje de Mia: -¿Cada cuanto hacen el amor? -¡Oh! Continuamente –contesta ella- dos o tres veces por semana. Cuando el terapeuta hace la misma pregunta al personaje de Woody, éste responde: -Casi nunca, dos o tres veces por semana. Más que hablar de frecuencia “normal”, deberíamos de hablar de una frecuencia que sea satisfactoria para los dos componentes de la pareja y siempre teniendo en cuenta que es mejor la calidad de las relaciones que la cantidad… La forma de tener una vida sexual plena es conocer al otro, mimarle y fomentar la fantasía, la imaginación y la complicidad.
¿Existe el punto G?, porque no me lo encuentro...
Después de décadas de discusiones y debates por un lado, de las mujeres que han encontrado su Punto G y gozan de él y los investigadores que creen en su existencia y, por otro, de los estudiosos que niegan que exista, un estudio médico ha corroborado la existencia del punto G, aunque no todas las mujeres lo poseen. El investigador italiano de sexología médica de la Universidad de L’Aquila, Emmanuele Jannini, fotografió, en febrero de 2008, el punto G de algunas mujeres con una ecografía vaginal transversal, una prueba ginecológica común. La ecografía detectó, en algunas mujeres que participaron en el estudio, un engrosamiento en un pequeño espacio entre la uretra y la vagina: el punto G. Jannini llegó a la conclusión de que, en el pequeño grupo que participó en esta investigación, sólo las mujeres que decían experimentar orgasmos vaginales presentaban engrosamiento en esta zona. O sea, ¡que el punto G existe y ha sido fotografiado! Pero no todas las mujeres lo poseen… En todo caso, disfrutar del punto G no tiene porque ser un reto ni una carrera, sino una búsqueda placentera y divertida. La búsqueda y goce del punto G es uno más de los objetivos a conseguir que nos intentan imponer desde nuestro entorno y desde los medios de comunicación –especializados o no en sexualidad- como lo fueron el mitificado y sobrevalorado orgasmo simultáneo o la multiorgasmia de las mujeres y, posteriormente, de los hombres. Tener una sexualidad satisfactoria significa hacer aquello que se desea sin presiones –internas o externas- y divertirse y disfrutar.
¿Es doloroso el sexo anal?
¡NOOOO! Si se hace bien, con cuidado, preparación, cariño, excitación y la adecuada lubricación –pues el ano no tiene lubricación natural-, es muy placentero, ya que esta zona tiene numerosas terminaciones nerviosas. El sexo anal no es sólo penetración con el pene; hay muchos juegos que se pueden disfrutar para explorar nuestros deseos y nuestro placer: desde estimular la entrada a la vez que se realiza otra actividad sexual como penetración vaginal o sexo oral a juegos con juguetes sexuales específicos pensados para una penetración anal progresiva y placentera pasando por la multiestimulación: es decir, estimular a la vez el clítoris, la vagina y el ano, una combinación que muchas mujeres encuentran explosiva. Se trata de explorar en pareja y respetar los deseos y límites del otro. Como he dicho, cada persona tiene su propia forma de vivir la sexualidad y no todo gusta a todo el mundo. El sexo tiene que ser diversión y complicidad, nunca hay que imponer ningún juego o práctica al otro, ni probar algo que no nos apetece en absoluto simplemente porque la otra persona lo desea.
¿;De qué se quejan ellos con respecto a nosotras?
En parejas estables, básicamente de que ellos casi tienen que rogar para tener relaciones sexuales y que las mujeres no están nunca dispuestas ni toman la iniciativa. En cuanto a las mujeres, se quejan de que ellos van directos al grano (la penetración) y que las acarician muy poco. Hombres y mujeres somos diferentes, pero, sabiéndolo, deberíamos encontrar un territorio común en el que ambos podemos aprender del otro sexo y disfrutar más. Si los hombres prestaran más atención a las mujeres y a sus necesidades de caricias, atenciones y besos, encontrarían mujeres más dispuestas y apasionadas. Si las mujeres enseñarán a los hombres a acariciar y jugar, hallarían, la mayoría de las veces, una respuesta entusiasta. Y es que… ¿a quién no le gusta que le acaricien por todas partes y le exciten? Además, si el tiempo de juegos y excitación es mayor y se erotiza todo el cuerpo, el placer es mayor y los orgasmos más intensos. En general, a los hombres, les “molestan” las mujeres pasivas que esperan que ellos lo hagan todo, pero, por otro lado, también se sabe –según los testimonios de varias mujeres, no porque ellos lo hayan contado- que una mujer “demasiado” activa y dominante, les cohíbe. Como curiosidad, a muchos hombres les molesta muchísimo que ellas se desmaquillen antes de hacer el amor.
¿Es normal haber tenido algún sueño homosexual?
Totalmente. Los sueños, mientras dormimos, y las fantasías, cuando estamos despiertos, son libres y contribuyen a hacer más placentero el sexo, ya que la imaginación es el más potente afrodisíaco. Por otro lado, la homosexualidad no es más que una opción sexual como otra cualquiera. Si la preocupación es si la persona que sueña o fantasea con relaciones homosexuales puede ser homosexual, pues seguramente no. Pero aunque fuera homosexual o bisexual o fuera heterosexual con alguna inclinación hacia el mismo sexo, ¿cuál es el problema? Los principales enemigos de una sexualidad sana, divertida y satisfactoria son los prejuicios y la represión.
¿Por qué no soy capaz de tener un orgasmo con mi pareja pero sí masturbándome?
La mayoría de mujeres son eminentemente clitorianas y, aunque la penetración les resulte placentera, no experimentan orgasmos. Probad diferentes posturas que dejen libres las manos de uno de vosotros –o de los dos- para estimular el clítoris. También puede ser que hayáis probado diferentes formas de estimulación, como el sexo oral o la masturbación, y que tampoco tengas un orgasmo. Es el momento de poner a trabajar tu mano: mastúrbate como te gusta hasta llegar al clímax de forma que él pueda ver cómo lo haces. Es una excitante clase práctica, ya que a muchos hombres les excita mucho ver como su compañera se da placer.
¿De verdad que a ellos les gusta hacernos el cunnilingus?
A la mayoría de hombres: sí. Definitivamente. Les encanta excitar a sus parejas y hacerlas gozar y ver como disfrutan y se vuelven locas de placer. Según el Informe Janus, el 53% de los hombres consideraba que el placer orgásmico de las mujeres era más importante que el propio, mientras que sólo el 34% de las mujeres anteponía el placer de sus parejas al suyo. Los datos son de 1993, actualmente los hombres están todavía más dispuestos a dar placer a sus compañeras. Saca tus propias conclusiones…
¿Cómo se hace una buena felación?
Con cariño, dedicación, imaginación y entrega. La técnica, como en cualquier otra práctica sexual, no es lo más importante, aunque algunas pequeñas “mañas” pueden ayudar a convertir la experiencia en algo inolvidable. Excítale poco a poco, sensibiliza todo su cuerpo acariciándolo –antes de la felación y durante-, acércate poco a poco a su pene, lamiendo los laterales del tronco, luego la punta, trátalo como si fuera un delicioso helado que quieras evitar que se derrita y pasa poco a poco a caricias bucales más intensas acompañadas de muchos lengüetazos y una succión firme… Pospón un poco el orgasmo excitándole y parando un momento o haciendo otro tipo de caricia. La clave de una buena felación –como de un buen cunnilingus- es que la persona que la hace también disfrute.
¿Cómo pedir lo que deseas y te apetece en el sexo?
Muchas mujeres se quejan de que los hombres no las acarician lo suficiente, de que van muy directos al grano, de que no logran establecer conexión emocional ni la suficiente intimidad, de que ellos no son nada románticos ni detallistas… La clave está en tomar la iniciativa y sorprender con un detalle, una velada especial, un cosmético o un juguete erótico, un encuentro sexual inesperado, una velada sorpresa o plantear un juego sensual... Todas estas iniciativas sirven para empezar a crear ambiente. En cuanto al sexo en sí, un gemido o una serie de gemidos le harán saber que está en el buen camino, mientras que el silencio le comunicará que no debería haber cambiado el tipo de estimulación o la velocidad o lo que estuviera haciendo antes del silencio. La principal preocupación de las mujeres –y de los hombres- a la hora de pedir lo que desean es no herir al otro. Frases como: “así no” pueden ser muy descorazonadoras y negativas, pero se pueden sustituir por otras más alentadoras y positivas como: “Me gusta mucho esto, pero lo que estabas haciendo antes era genial” o “mmm, vuélvelo a hacer así”, “me encantaría que ahora me tocaras los pechos (o lo que sea que desees en ese momento), o “mmm, estoy muy excitada, me pones a cien, ahora hazlo más suave, sí, así”. Por otro lado, no está de más mantener conversaciones sobre sexo, en plan juego, dentro y fuera del lecho y, si es necesario, conversaciones más formales y serias en un momento tranquilo en el que estemos bien lejos de la cama, que debería ser un lugar de gozo y de relajación no de problemas ni trifulcas. No se tienen que usar frases que suenen como un reproche, sino expresiones que planteen un juego, comuniquen un reto e inviten a participar y pasarlo bien.
¿Cómo introducir juegos y juguetes en vuestras relaciones?
Los juguetes sexuales no son la panacea que soluciona la rutina o cualquier otro problema o falta de entendimiento sexual, pero son unos buenos aliados para introducir variedad y nuevos estímulos en la vida íntima. Por muy reacios que sean un hombre o una mujer a usar este tipo de elementos, seguro que se les puede tentar con juguetes que inviten a la participación como un estiloso masajeador, una anilla para el pene supervibradora, un cosmético erótico –como un aceite afrodisíaco comestible- con el que excitar más y mejor sus zonas más sensibles, un vibrador que haga vibrar la mano (Tantrabeam)… Los juguetes deben presentarse como una sorpresa, algo especial para una velada especial, y siempre de acuerdo a los gustos de la persona con la que compartimos cama. Puede ser muy divertido idear un juego personal o una fantasía para desarrollar con el objeto. La maleta roja