Un matrimonio ‘swinger’ cuenta sus experiencias en los locales de intercambio de parejas donde cada vez más personas acuden en busca de sexo libre
Locales de intercambio de parejas, pubs liberales o clubs
‘swinger’. Las acepciones para referirse a los establecimientos donde
acuden parejas para charlar, tomar copas, bailar y sobre todo mantener
relaciones con otras parejas son amplias, pero el concepto de base es el
interés o la práctica de la poligamia.
Las personas que frecuentan estos establecimientos se
autodefinen como ‘de mente abierta’ y conciben su relación como algo que
va más allá del sexo, «porque lo que prima son los sentimientos y la
felicidad del ‘otro’» y aseguran que cumplir sus fantasías es una de las
premisas para lograr esa felicidad.
Según los datos del mundo ‘swinger’ (parejas que aceptan
mantener sexo con otras parejas), más de un millón de españoles afirman
mantener o haber mantenido relaciones con otras parejas, los mencionados
intercambios, o buscan un tercero para satisfacer sus deseos sexuales.
En Murcia, quienes se mueven en este ambiente afirman que
cada vez son más las personas que con esta predisposición acuden a
locales liberales para mantener relaciones fuera de la monogamia.
«El cambio viene dado por los jóvenes que son quienes
tienen menos tabúes y prejuicios», asegura una pareja liberal murciana
que prefiere mantener el anonimato. Ambos reúnen algunas de las
características propias de los ‘swingers’. Pareja poligámica con más de
20 años de relación que llevan más de una década manteniendo relaciones
con otras personas.
«Nosotros concebimos nuestra relación separando el sexo
del afecto y eso nos ha proporcionado más solidez y confianza. Somos
casi una pareja perfecta a la que le atrae el morbo. Para hacerte una
idea, a mi me encanta ver a mi mujer disfrutando con un hombre más joven
que ella», asegura el hombre.
Uno de los clubes que más frecuentan es el pub ‘Séptimo
cielo’ situado en la pedanía murciana de El Raal. Sus propietarios
indican que la tendencia va en aumento. Desde el mes de julio, cuando se
pusieron al frente del local, han percibido un considerable incremento
de clientes procedentes de fuera y dentro de la Región.
«El perfil de los clientes que vienen a nuestro
establecimiento es muy heterogéneo, de cualquier profesión, edad y clase
social. Desde un abogado a un obrero. Pero lo que tienen todos en común
es el respeto y la educación. Cuando traspasan el umbral de nuestra
puerta de entrada esas son las únicas normas que deben cumplir y que se
cumplen. Esto no es Sodoma y Gomorra como mucha gente cree. Esto es algo
más bonito y respetuoso», afirma la gestora del local.
Salvo eso, pocas cosas están prohibidas. Pasillo francés,
cama redonda, cuarto oscuro, mazmorra, habitación de los espejos,
incluso un jacuzzi. El local de 500 metros cuadrados es un santuario del
morbo, motor que empuja a los clientes a practicar sexo con otras
parejas y donde el voyeurismo está muy presente ya que la mayoría de las
estancias están abiertas a cualquier cliente.