Las fantasías son un complemento imprescindible para tener una
vida sexual plena. Es una forma de enriquecer la relación de la pareja y
no caer en la aburrida rutina que en ocasiones es el detotante del fin
de las relaciones de pareja.
Los hombres y mujeres tienen fantasías casi por igual, pero las mujeres son más reacias a expresarlos por pudor. Sin embargo, en los últimos años las cosas están cambiando y por fin las mujeres están empezando a darse permiso para compartirlas y disfrutarlas.
Un estudio publicado por investigadores de la Universidad de New Brunswick, en la revista The Canadian Journal of Human Sexuality, afirma que más del 90% de los hombres y mujeres encuestados tienen fantasías sexuales como ser amado, besar apasionadamente, hacer el amor en lugares diferentes a los convencionales o quitarle la ropa a alguien salvajemente.
Por el contrario, más del 60% se suele imaginar experiencias negativas como ser violado, forzar o ser forzado a hacer algo, y prácticas de sadomasoquismo como azotar o ser esclavo de un amo.
Las fantasías sexuales más comunes entre los hombres son tener relaciones con muchas mujeres al mismo tiempo, o probar con gente de su mismo sexo, así como el vouyeurismo, es decir, ser observado por una o varias personas mientras se practican actividades sexuales.
El cine ha sido fruto, en numerosas ocasiones, de las fantasías del público. Las escenas más subidas de tono han permitido dejar volar la imaginación de las parejas con la imitación de escenas que ayudan a mantener el erotismo de la relación. ¿Cuántos chicos han soñado con el cruce de piernas de Sharon Stone en “Instinto Básico”? Paul Newman, James Dean, Marylin Monroe o Rita Hayworth han sido algunos de los rostros con más glamour sexual de la pantalla grande, aunque las nuevas generaciones prefieren figuras como la de Brad Pitt, George Clooney, Scarlett Johansonn o Shakira.
Sea como fuere, el caso es que, siempre sean sanas y no sustituyan en ningún caso las relaciones físicas, las fantasías son perfectamente lícitas y ayudan a romper la monotonía sexual que puede llegar a aparcer en la pareja.
Elena Luengo