El sexo
tántrico nos sigue sonando como algo excesivamente exótico para nuestras
costumbres amatorias. Ya se sabe, algo que sólo los hippies o Sting
hacen, y que no cuadra con nuestra educación sexual. Sin embargo, cada
vez más expertos en dicha disciplina afirman que, aunque no haga falta
llevar al extremo este tipo de enseñanzas –de la postergación infinita
del orgasmo a la ausencia de penetración–, sí se pueden utilizar en
nuestra vida sexual algunos de los principios que este tipo de práctica
defiende. Sobre todo, lo que tiene que ver con la importancia de los sentidos y de la mente a la hora de llegar al orgasmo.
Una de las sexólogas que ha profundizado en mayor grado en este tipo de aplicaciones del sexo tántrico es Barbara Carrellas, autora de Urban Tantra: Sacred Sex for the Twenty-First Century (Celestial Arts), que retornó al mercado editorial el año pasado con el interesante Ecstasy Is Necessary: A Practical Guide
(Hay House), en el que proporcionaba una serie de herramientas para
mejorar nuestra vida sexual. Carrellas partía de la idea principal de
que hemos gozado de una educación incorrecta en lo que se refiere al sexo.
No necesariamente por las imposiciones religiosas o sociales, sino por
la mera costumbre, que nos lleva a adoptar comportamientos que raramente
cambiamos.
Carrellas señala que nuestras primeras
experiencias sexuales determinan cómo nos comportaremos en el futuro.
Como estas suelen tener lugar de manera furtiva, a espaldas de nuestros
padres, damos por hecho que el sexo ha de ser “rápido y silencioso”, por
si nos pillan. Una idea que, incluso cuando somos adultos y tenemos
nuestra propia casa, sigue estando presente. Sin embargo, el mejor sexo es en muy pocas ocasiones rápido y silencioso.
- El poder de la mente
Para
obtener el mejor orgasmo posible, lo primero que debemos preparar es
nuestra mente. Esta es una idea que comparten todos los expertos en sexo
tántrico, y que se encuentra muy relacionado con las prácticas de la
meditación y el yoga. Pero, por supuesto, si tenemos la cabeza puesta en otra cosa, nunca conseguiremos tener relaciones sexuales
plenamente satisfactorias. Las estrategias propuestas por los expertos
son semejantes a las de la meditación. A través de los mantras, señala
Carrellas, podemos vaciar nuestra mente y evitar que esta comience a
pensar en la lista de la compra, en lo que haremos después de salir de
la cama o en otras cuestiones que quizá hagan que tardemos más, pero lo
pasemos peor.
- Descubrir nuestras motivaciones
Una de las preguntas que la escritora suele realizar a las personas con las que trabaja es “¿por qué tienes sexo?” Encontramos la respuesta a dicha pregunta tan obvia que ni siquiera somos capaces de responderla,
y hacerlo puede descubrirnos nuestro camino en la cama. No es lo mismo
hacer al amor por el puro placer que por costumbre, porque nuestra
pareja nos lo pide, porque queremos mantener una relación más estrecha
con ella o por sentirnos más cerca de lo absoluto.
La autora
señala que hay que “deconstruir” el sexo, y a pesar de lo explotado del
término, tiene sentido, ya que como ella misma indica, la mayor parte
de parejas dejan de tener relaciones por lo aburridas que son estas,
basadas en el “pene con vagina y a lo mejor un poco de preliminares”.
Centrarse en cada uno de los pasos de nuestras relaciones quizá no sea
lo más innovador, pero puede ayudarnos a mejorar nuestra experiencia.
- Lento, lento
El llamado slow sex es una de las prácticas más ligadas con el tantra. Como señala la sexóloga, la velocidad del mundo moderno
ha terminado impregnando también a nuestras relaciones en la cama, lo
que nos lleva a querer terminar cuanto antes para poder pasar a otra
cosa. La respiración tiene mucho que ver con ello. Realizar hondas
inspiraciones a diferentes ritmos es una de las características del sexo
tántrico. Abrir los pulmones y modular nuestra respiración proporciona
orgasmos más placenteros.
Todo se reduce al control que
tenemos sobre nuestro propio cuerpo. Si estamos acelerados y nos
lanzamos hacia nuestra pareja como otra de las tareas del hogar a llevar
a cabo, apenas seremos capaces de ejercer control sobre nuestro cuerpo.
El tantra dice que hay que sentir, y disfrutar, cada parte de nuestro
cuerpo; sin embargo, nuestras relaciones sexuales suelen estar marcadas por llegar al orgasmo cuanto antes.
Además, la activación del sistema sináptico por el estrés puede, en el
caso de las mujeres, inhibir sus sensaciones placenteras.
- Que no te importe hacer ruidos
En
muchas de las terapias realizadas por los expertos de sexo tántricos,
los gemidos o gritos son altamente frecuentes. Es el complemento a esa
lentitud a la que no estamos acostumbrados, y que consiste en dejarse
llevar hasta donde el sexo nos lleve y no preocuparnos por que alguien
pueda escucharnos, algo que, aunque sepamos que no va a ser así, sigue
pesando en nuestro inconsciente. El pasado mes de febrero, un estudio
realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Leeds
llegó a la conclusión de que comunicar de manera explícita nuestra satisfacción durante el coito estaba ligado con un mejor sexo,
pero lo segundo era consecuencia de lo primero y no al revés. Una de
las razones que lo explican es que, de esa manera, los amantes sienten
que están haciendo un buen trabajo. Se trata de un círculo vicioso donde
la pareja se motiva mutuamente.
- Haz sexo sin pensar en sexo
Algunos
de los consejos proporcionados por Carrellas se centran en todo lo que
rodea al acto sexual sin hacer referencia a este propiamente. Debemos
aprender a estimular nuestros sentidos, ya no sólo en el dormitorio,
sino también en otros aspectos de la vida. Por ejemplo, la sexóloga
recomienda comprar una comida que nos resulte apetitosa y que preparemos
una velada romántica. Esa será la forma de comenzar a excitar nuestros sentidos,
y por supuesto, no debemos devorar el alimento, sino saborear cada
mordisco. Algo semejante ocurre con el sexo, que no debe practicarse
como si se tratase de comida basura consumida en cinco minutos.
Otros consejos en la misma línea son utilizar imágenes o novelas eróticas que estimulen nuestra imaginación. No hay que mirarlas, sino observarlas,
detenerse en ellas y descubrir por qué nos atraen. Pasear por paisajes
que consideremos bellos o tomarnos un buen rato en el que relajarnos en
la bañera pueden ayudarnos a descubrir nuestra sensualidad, señala
Carrellas, que en el fondo es de lo que trata todo esto.
Fuente: El Confidencial