Los hombres de hoy se pasan de sensibles
“Los hombres son infieles por naturaleza”, “siempre están pensando en
sexo”, “son más simples que el mecanismo de un juguete”… Pues no, no y
no: aunque todas ellas sean nociones popularmente compartidas por gran
parte de la sociedad (y no únicamente mujeres), ni los hombres son
infieles por naturaleza, ni únicamente se preocupan por el sexo, ni lo
único que desean en una mujer es el crudo encuentro sexual. Con el objetivo de desmontar toda esta falsa mitología, el profesor y psicoterapeuta José Bustamante Bellmunt ha escrito ¿En qué piensasn las mujeres? (Paidós), con el que se propone echar una mano a esas mujeres (y
hombres) despistados que siguen creyendo en los viejos mitos de la
sexualidad masculina y que, afirma a El Confidencial, tan perjudiciales han resultado para la vida sexual de muchas parejas.
“Muchos
de estos mitos se han ido destapando en la medida en que las mujeres,
tras la revolución sexual, han cambiado su forma de vivir la sexualidad,
y han puesto de manifiesto que esas grandes verdades que estaban ahí no
eran tales”, señala el autor, que en su consulta ha tratado con
problemas sexuales de muy diferente índole y que, indica, cada vez
afectan más a los hombres. “Por eso he escrito este libro. Antes los
problemas sexuales eran femeninos: anorgasmia, falta de deseo,
vaginismo… Y ahora el porcentaje de hombres que vienen es mucho mayor.
Hay algunos que se quejan de temas de disfunción eréctil o de cosas que
antes no existían como la falta de deseo o la imposibilidad de llegar al
orgasmo”. Pero ¿qué ha ocurrido para llegar a este punto? ¿Es que antes
los hombres no tenían esas dificultades? En realidad, sí los tenían,
pero la realidad tardaba en imponerse: “Muchos hombres se enteran de
la falta de deseo cuando les ocurre a ellos, en el momento en que su
pareja les demanda relaciones y ellos no están por la labor”. Entonces, aparecen los problemas.
El hombre confundido ante la nueva mujer
Una
de las claves que Bustamante proporciona es que la redefinición del rol
masculino durante las últimas décadas ha provocado reacciones muy
diferentes entre el género masculino, al no haber un modelo claro como
sí existió en décadas anteriores: de los que no han sabido amoldarse
(“anclados en el antiguo modelo de machistas caducos, y que esto les ha
pillado a contrapié”) a los que sí han conseguido responder a la demanda
femenina de hombres más sensibles o los que “se han pasado de frenada” y
“se han feminizado en exceso”. En estos últimos, Bustamante ve uno de
los problemas de la sexualidad contemporánea: “Se han olvidado todas las virtudes que el hombre tenía frente a la mujer: por ejemplo, la seguridad en sí mismos
(algo de cuya ausencia cada vez más mujeres se quejan) y la capacidad
de simplificar las cosas en las relaciones de pareja y no darle vueltas a
todos los comportamientos”. Un modelo del que las propias mujeres se
quejan de sus compañeros de cama.
Esta redefinición del hombre ha surgido, entre otros factores, porque
la mujer ahora es más exigente y, por lo tanto, le ha planteado nuevos
retos que ahora debe ser capaz de afrontar. “Antes muchos problemas
sexuales no afloraban porque no tenían sparring: había hombres que sabían que tenían problemas de eyaculación, pero como su pareja era más retraída, no había ningún problema.
Ahora los problemas surgen cuando la pareja pide otra cosa o cuando se
encuentra con otras parejas. Por bien que tú hagas las cosas, si tu
pareja no se acomoda, esto generará un conflicto”.
Así
pues, ¿tampoco es verdad que los hombres sean infieles por naturaleza,
como se ha asegurado muchas veces? “La diferencia es que los hombres
somos más bocazas, necesitamos contarlo al grupo de amigos, aunque es
verdad que ya hay chicos que afean la conducta de sus amigos cuando hay
una infidelidad, pero no todo el mundo. Sigue habiendo quien habla bien de lo ligón que se es, como una medalla social.
Quizá en otro tiempo era cierto que los hombres fuesen más infieles:
los prostíbulos estaban ahí, y hay mucha gente en la consulta que me
encuentro que separa la prostitución de la infidelidad”. Pero Bustamante
señala que “la naturaleza masculina no nos empuja a ello. Hoy en día,
los porcentajes son similares, pero igual que nosotros lo contamos y
alardeamos, ellas no lo hacen, salvo alguna amiga concreta y poco más”.
Los chicos malos triunfan
Los varones también sufren en la cama, tienen miedo, se sienten inseguros y piensan que pueden fracasar.
Y por ello, asegura Bustamante, comienzan gran parte de los problemas
sexuales, en cuanto que “se consideraba que el hombre debe tener siempre
deseo, estar dispuesto y ser un buen amante, porque los hombres se
identificaban por su virilidad, y su autoestima dependía de eso”. Por
eso aparecen un gran número de tabúes que, pasan, por ejemplo, en que
cueste “admitir un fallo, que no les va bien en la cama, que han tenido
un gatillazo, que no pueden mantener una erección o que su pene no es
del tamaño deseado”.
A este panorama que hay que
añadir una de las grandes verdades universales, como es que el malo
triunfe entre las mujeres, algo que (lamentablemente) sigue siendo así,
señala Bustamante. “En los institutos los chavales se quejan porque
intentan ser sensibles y sacar buenas notas y terminan viendo que los
macarras son los que se llevan a todas”. Algo que, indica el
psicoterapeuta, es “totalmente cultural” y ha sido impulsado, por
ejemplo, por los medios de comunicación, pero que provoca que haya
mujeres que “salten de un extremo a otro, una vez se dan cuenta de que
echan de menos tener en la pareja al mejor amigo”.
“Se confunden muchos de los términos de la llamada triada oscura (narcisismo, impulsividad e incapacidad de mentir), que son los que más triunfan en las mujeres.
Algunas chicas dicen que su novio ‘se hace respetar’. No, en realidad
tienes miedo. O que ‘es seguro de sí mismo’. No, se pone un escudo ante
las emociones. O ‘me protege’, que en realidad quiere decir que te
controla. Gran parte de esta confusión de ideas está en la base del
maltrato de género, la idea de que aguantando suficiente con el chico
malo lograrás cambiarlo”, denuncia Bustamante, como algo que no se
admite a nivel racional, pero que sigue funcionando.
El sexo es mejor con emoción
Bustamante
es un firme defensor del sexo relacionado con lo afectivo, algo que
señala encuentra de manera cada vez más frecuente entre los pacientes
más jóvenes que entre los de mayor edad. Y señala que, en muchas
ocasiones, la mujer ha adoptado esa búsqueda del sexo por el sexo que
antes solía corresponder al varón. “Ese es el problema de intentar coger
el modelo masculino sin discriminar. Se obtienen algunas ventajas, pero
la parte negativa es quitarle la emoción y el romanticismo, lo que conduce a que cada vez necesites más”.
Algo que no es posible si no se cuenta con el compañero. “El sexo del
hombre depende del hombre y el de la mujer, de la mujer, y juntos,
conseguimos que la relación funcione o no. Esa idea tan arcaica pero
falsa con la que convivimos de que no hay mujeres frígidas, sólo hombres
inexpertos, sigue utilizándose”.
¿No será que muchos
de estos problemas masculinos se originan a partir de la preponderancia
universal del sexo, que se encuentra en conflicto con los tabúes que
siguen existiendo? “Es verdad que el sexo está instrumentalizado, se
utiliza como instrumento de venta, de marketing, incluso como
estrategia de poder en una relación. Hay mujeres despistadas porque se
han pasado al lado del hombre sin coger lo positivo, pero a lo mejor lo
han despojado de emoción, y eso no es positivo”, señala Bustamante.
“Encuentras a mujeres que lo viven sólo como la búsqueda de una
recompensa, y si no la tengo, me cabreo, me siento mal, etc. Lo que ocurre es que al igual que estar delgado o tener estudios, el sexo se vive como una meta que hay que alcanzar:
tienes que proporcionar determinado número de orgasmos, si eres mujer
tienes que ser multiorgásmica o eyacular porque está de moda, o tener el
punto G perfectamente desarrollado. Nos olvidamos de la importancia de
la relación de pareja”. Y eso, añade el psicólogo, nos conduce al
fracaso.
Cómo superar el aburrimiento
¿Cuál
es el principal enemigo de nuestra vida sexual? Una vez hemos
conseguido acoplarnos con nuestra pareja, algo que no siempre ocurre, y
que se realiza durante las primeras fases de la relación, toca esquivar
al gran monstruo que es la monotonía y el aburrimiento. “Si hacemos
siempre lo mismo y nos funciona, tendemos a repetirlo, sin probar cosas
nuevas, porque nos da miedo intentar algo y fracasar. Vamos a lo que nos gusta, y al final, eso genera aburrimiento y monotonía”,
advierte Bustamante. “Somos muy cómodos: lo hacemos en el mismo lugar, a
las mismas horas… Somos animales de costumbres. Y hay que luchar contra
ello. Lo primordial es atreverse a probar, hay que permitirse fallar
porque es muy lógico que a veces las cosas no salgan bien. Pero si nos
enfadamos o nos ponemos tristes cada vez que probamos algo nuevo y no
sale bien, vamos a acabar por caer en ese monstruo que es la monotonía”.
¿La solución? Establecer unos límites y proponer cosas nuevas, sin miedo a equivocarnos. “Es como el brainstorming:
da igual la barbaridad que digas, si pones límites a tu creatividad, no
haces nada”. Por ello, viene a colación la cita del guionista de cómic Grant Morrison
que se recoge en el libro, y que señala que “si vas a hacer algo
relacionado con el sexo, debería ser cuanto menos genuinamente
perverso”. “Hay que entender que igual que abogo por no perder la
emoción en el sexo, esa parte afectiva sin la que el sexo sería mera
gimnasia, también hay que entender que se puede decir ‘te quiero’ con
una relación súper salvaje, incluso con prácticas sadomasoquistas. La emoción está dentro del sexo, y que sea lascivo o salvaje no significa que no nos queramos,
aunque nos lleguemos a insultar, siempre dentro de lo que guste a la
pareja. Uno puede desmelenarse sin faltar el respeto a la pareja”.
¿La
última muestra de esta evolución social en la que cada vez estamos más
dispuestos a traspasar los límites que en el pasado se nos habían
impuesto? El éxito de Cincuenta sombras de Grey (Grijalbo), del
que Bustamante se muestra contento, como fiel defensor de la fantasía
sexual que es. “Cuando todo el mundo lo lee, parece que tú también
puedes hacerlo. Cuanto más fantaseamos, más leemos y más pensamos, mejor va nuestra vida sexual. Es el cóctel perfecto para estimular una relación sexual que hasta entonces estaba dormida”.
Fuente: El Confidencial