¿Crees que conoces todo sobre el sexo? Espera a leer este libro. Es lo que parecía pensar Pere Estupinyà, bioquímico, divulgador científico y autor de El ladrón de cerebros (Debate, 2010), cuando se lanzó a escribir S=EX2 (Debate), un voluminoso pero divulgativo volumen que
se adentra en las procelosas aguas del sexo de mano de la biología, la
fisiología, la sociología, la neurología, la sexología y una
interminable listas de “logías” imposible de reproducir aquí. O, en
otras palabras, uno puede aprender en este libro por qué le cuesta tanto
a los hombres copular dos veces consecutivas con la misma persona (el
efecto Coolidge), por qué algunos hombres no pueden cumplir ante
una atractiva compañera, por qué las mujeres se visten de manera más
atractiva cuando están ovulando o por qué la estructura de los órganos
reproductores masculino y femenino provienen del mismo lugar.
“Todo
comenzó en un congreso de neurociencia, cuando conocí a una
investigadora que trabajaba estimulando el clítoris de las ratas”,
cuenta el autor a El Confidencial. “Al principio parece que es
frívolo, porque pensamos que todo lo que tiene que ver con el sexo es
frívolo. Pero me di cuenta de que tenía un temazo entre manos”. No existe, como señala el autor, un libro semejante a este en el mercado editorial hispanohablante,
capaz de conjugar el rigor científico (sin dejarse llevar por la jerga)
con un tono distendido y natural, muy diferente al de los estudios
científicos a los que se refiere.
“Espero que la lectura abra la mente a probar cosas nuevas, ya que he
intentado escribirlo con naturalidad para perder el respeto que hay
sobre el tema. Por ejemplo, al entender la diversidad de comportamientos sexuales que existen, como los asexuales, que son felices sin tener sexo,
o algunos aspectos de los fetichistas que pueden ser interesantes”. Eso
sí, aclara que no se trata de un libro de consejos, por mucho que la
lectura del tomo nos ayude a comprender mejor nuestro funcionamiento
sexual. “Así que el que quiera saber cómo hacer el mejor sexo oral del
mundo, este no es su libro”.
A lo largo de su investigación, el antiguo editor del programa Redes
de RTVE se ha encontrado con que la gente es mucho más abierta de
esperado en lo referente a su vida sexual. “¿Por qué no probar cosas
nuevas si hay confianza, te apetece o crees que te puede gustar? Cuando
hablo con la gente, todo el mundo está más dispuesto a probar cosas
nuevas en el sexo. A la hora de ir a un bar de swingers un montón de chicas decían que sí. Y yo que pensaba que las chicas no querían ir a estos sitios. ¡Anda que no! La gente está más dispuesta a probar cosas nuevas de lo que pensamos”.
Vivir el sexo en primera persona
Una
de las peculiaridades del libro es que no se trata de una simple
compilación de estudios e investigaciones sobre el sexo, sino que el
propio Estupinyà entrevista a los responsables de los estudios más
relevantes, sirve de cobaya en algunos de ellos, realiza experimentos a
pequeña escala con sus conocidos, se interna en el mundo del porno y
acude a clubs de swingers y de sadomasoquismo para ilustrar las
ideas del libro. Pero el autor señala que los científicos que tratan
estos temas suelen hacerlo de manera bastante natural, como si abordasen
cualquier otra materia. “La primera vez que fui a un congreso de sexología, pensaba que iba a ser una fiesta,
¡y luego era como cualquier otro!”, señala el autor con sorna. “Bueno,
hay algunos investigadores que son un poco diferentes…”
Estupinyà también se encontró con que los investigadores se
encontraban con muchas más trabas de las esperadas a la hora de abordar
un tema que, como señala, ha sido muy poco investigado de manera
científica, “a pesar de ser uno de los más importantes para el ser
humano”. En ocasiones, por autocensura, como ocurre en los casos de los
estudios americanos, donde la pederastia y el sexo en la vejez parecen ser temas tabú.
O de la investigadora noruega a la que se le negó la financiación
después de que propusiese investigar sobre el dolor a través de las
experiencias sadomasoquistas.
Lo que soñamos y lo que hacemos
Una
de las ideas que se repiten con más frecuencia a lo largo del libro es
que el sexo es irracional, algo que en apariencia contradice lo racional
del mundo en el que vivimos. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando
traspasamos ciertos límites que pensábamos que no íbamos a cruzar,
sorprendiéndonos a nosotros mismos. “No ocurre únicamente con el sexo.
Cuando pensamos en cómo nos vamos a comportar en un club de intercambio
de parejas pensamos que no seríamos capaces de practicar sexo en
público, pero lo que he comprobado es que personas determinadas en un
entorno determinado se comportan de formas que no habrían imaginado. Una cosa es pensar racionalmente sobre nuestros límites y otras cosa ponerlos a prueba”.
¿Dónde
encontró Estupinyà su propio límite? “Ha habido alguna experiencia
personal que no he reflejado. Recuerdo una dominatrix que me sugirió que
tenía que probar a ser sumiso, y me llegó a pasar una consensus list,
donde tienes que poner las cosas a las que estarías dispuesto a hacer y
las que no. Y no estaba dispuesto a hacer la mayor parte de cosas de la
lista… Mi límite fue ese”.
En esa disparidad entre nuestros límites imaginados y dónde somos
capaces de llegar realmente, a veces nos sorprendemos experimentando
fantasías que nunca sospecharíamos que teníamos, o sintiendo atracción
por parejas de amigos, familiares o personas del mismo sexo. “Un ejemplo
son los pedófilos, que no hay que confundir con los pederastas. Por su
desarrollo y estructura cerebral resulta que les gustan los niños, y hay
más de los que pensamos. Pero se avergüenzan de ello, saben que no
pueden hacer algo así porque es malo y de manera racional controlan el impulso”.
Algo
semejante ocurre, por ejemplo, “cuando deseamos a la novia de un
amigo”. Esto lo ilustra bien uno de los experimentos expuestos en el
libro. En él, se presentaban al autor una serie de fotografías de
diferentes chicas junto al número de relaciones sexuales sin protección
que habían tenido en los últimos meses. “Cuando te paras a reflexionar,
sabes que no te acostarías con alguien que ha tenido diez relaciones sin
protección en tan poco tiempo. Pero luego, ves la foto, se activa un mecanismo y te sorprendes pensando que te acostarías con ella. Es algo irracional que es inevitable que ocurra”.
El futuro del sexo (y cómo se parece a nuestro pasado)
Estupinyà
recuerda que el ser humano es uno de los animales más sexuales del
mundo si se compara con otras especies. En ese sentido, “siempre que ha
aparecido un adelanto técnico, como el plástico, las primeras
aplicaciones suelen ser sexuales. Hemos sexualizado casi todo a lo largo
de la historia del hombre”. Es lógico pensar, por lo tanto, que las
nuevas tecnologías y la cibernética vayan a cambiar para siempre las
relaciones sexuales del hombre. ¿Es posible un futuro distópico donde
sólo exista el sexo virtual? ¿Donde únicamente nos relacionemos con cyborgs?
Estupinyà se muestra escéptico. “Hay dos vertientes, unos dicen que va a
cambiar todo, y otros que el cerebro es el mismo que hace cien mil años
y que internet no va a cambiar nada. Hay más posibilidad de contacto
pero, al fin y al cabo, lo que cuenta es la química cerebral entre ambas personas”.
El divulgador se muestra de acuerdo con la cautela de la ensayista Sherry Turkel.
“En la red se pueden ver documentales de personas que se relacionan con
robots suaves y perfectos como si fuesen personas. Yo soy más
escéptico”. Y explica cómo otros intentos de anticipar el futuro han
fracasado. “Masters y Johnson realizaron a comienzos de
los ochenta una previsión de cómo que iba a ser la sexualidad en los
próximos 25 años y fallaron en todo. Hoy pensamos que en el futuro
tendremos muchas novias, que nos pondremos aparatos en el pene y tal… pues igual no es así, continuaremos saliendo a los bares a ligar”.
El cuerpo nos delata
Vayamos
a los bares, pues. ¿Nos sirve el conocimiento científico a la hora de
interpretar las acciones de las personas de otro sexo, de mejorar
nuestros comportamientos en la cama, o a la hora de afrontar nuestro
matrimonio? ¿Se pueden desentrañar las motivaciones de nuestro
comportamiento a través de la ciencia? “Es verdad que si veo a una amiga que un día se pone más guapa, le digo que está ovulando”,
explica con sentido del humor Estupinyà. “Se ha demostrado que cuando
ovulan, inconscientemente, la actitud femenina es más seductora y las
miradas son diferentes. Influye lo que tienes delante, pero en igualdad
de condiciones, el comportamiento cambia. Es la herencia de los
animales. Las ratas hacen lordosis cuando ovulan, sin ser conscientes de
ello. La química interna viene de dentro. Aunque sea frívolo, sí que se
puede interpretar desde esa perspectiva lúdico-científica”.
El
conocimiento del funcionamiento de nuestro propio cuerpo puede ser
útil, también, en aquellos casos en los que no funcionamos en la cama.
“Un estado de estrés puede activar el sistema nervioso simpático e
impedir una erección, aunque estés excitado por estar con una chica. Si sabes por qué ocurre, te quita presión y quizá a la próxima salga mejor porque sabemos lo que ha pasado. Es posible que no sepamos interpretar bien las reacciones fisiológicas de nuestro cuerpo”.
Algo semejante ocurre al ligar, momento en el que las señales nos
delatan. “En el contexto de salir a ligar sí que es bueno saber
interpretar las señales no verbales en los momentos de cada uno. ¿Por
qué hablas más con otras personas? Hablar mucho es un síntoma de deseo, ¿por qué hablas tanto con esta amiga, o hablas más cuando esta ella?
‘Porque es simpática’. No me fastidies, es que inconscientemente te
gusta”. El inconsciente tiene un importante peso en nuestra vida en
pareja. En ocasiones, nos cuesta incluso aceptar lo que nuestro cerebro
ya sabe. “Hay cosas que ni uno mismo es capaz de reconocer, como decir
‘ya no me gusta mi mujer o mi marido y me gusta más otra persona’, te lo
niegas a ti mismo”.
Lo cual no quiere decir, por
supuesto, que el comportamiento humano pueda reducirse a una serie de
procesos químicos, dejando al margen el libre albedrío. “Los científicos
son muy cerrados, cada disciplina académica mira solo a lo suyo, que es
de lo que sabe. Por eso el libro aplica el enfoque biopsicosociológico
al sexo. El sociólogo que dice que la química no sirve para nada y el biólogo que dice que todo se reduce a las hormonas están desfasados”.
Para
terminar, ¿cuál es la idea que Estupinyà ha descubierto tras esta larga
investigación y que le ha servido para desmentir lo que ya sabía? “Que los hombres y las mujeres no somos tan diferentes.
En los medios hemos tendido a buscar esas diferencias, pero si miras la
estructura de los genitales o el funcionamiento del cerebro no veo
tanta diferencia, ya no sólo social, sino incluso física”. ¿Y ha
utilizado algunos de sus descubrimientos a su propia vida sexual? “Casi
cualquier cosa sobre la que lees o investigas te apetece probarla, a
veces con resultados desastrosos”, señala con ironía el autor. “Nada
extremo o súper raro, pero algunas cosas sí… A veces por obligación, a
veces porque me apetecía”.
Fuente: El Confidencial